Imagina el almacén de una empresa de alimentos: palés de productos perfectamente almacenados, listos para su distribución. Entre ellos, hay cajas llenas de rollos de etiquetas que nunca se usarán. Etiquetas con la promoción de verano que terminó, con el código de lote incorrecto tras un cambio de proveedor, o para una referencia de producto que ya no se fabrica. Este stock inútil, que ocupa espacio y congela capital, es solo la punta del iceberg de un problema mucho mayor que afecta directamente a la cuenta de resultados. La Reducción de mermas en alimentación: etiquetado bajo demanda vs. preimpreso no es solo una cuestión logística; es una estrategia financiera crucial que puede determinar la agilidad y rentabilidad de una empresa en un sector donde los márgenes son ajustados y las fechas de caducidad mandan. Descubrirás por qué el modelo tradicional de etiquetado está generando desperdicio oculto masivo y cómo una alternativa tecnológica no solo lo elimina, sino que transforma toda la cadena de valor.
Mermas en alimentación: El enemigo invisible (y caro) más allá de la comida
Cuando se habla de “mermas” en la industria alimentaria, el pensamiento va inmediatamente a alimentos estropeados, roturas de stock o caducidades. Sin embargo, existe una categoría de desperdicio igualmente dañina pero menos visible: las mermas de materiales auxiliares, siendo las etiquetas preimpresas uno de los principales culpables. Una merma es, en esencia, cualquier recurso adquirido que no se transforma en venta final. En el caso de las etiquetas, esto se traduce en:
- Stock obsoleto: Etiquetas diseñadas para campañas promocionales limitadas, cambios de imagen de marca, o modificaciones regulatorias (como un nuevo requisito de etiquetado nutricional). Miles de euros en papel y tinta que acaban en la trituradora.
- Exceso de inventario: Para justificar los altos costes de setup y plazos de entrega de la impresión offset tradicional, las empresas se ven obligadas a pedir grandes tiradas (por ejemplo, 50,000 etiquetas para un producto). Si la demanda es menor a la esperada, el excedente se almacena indefinidamente, ocupando un espacio que podría rentabilizarse.
- Etiquetas erróneas: Un error en un código de lote, una fecha de consumo preferente o un ingrediente implica desechar todo un lote de etiquetas ya impresas. El coste no es solo del material, sino de la posible paralización de la línea de envasado.
- Coste de oportunidad del capital: El dinero inmovilizado en un almacén lleno de etiquetas es dinero que no se está invirtiendo en innovación, marketing o mejora de procesos.
Estos costes, sumados, crean una fuga silenciosa de rentabilidad. La pregunta clave es: ¿existe una forma de producir etiquetas que elimine estructuralmente estas mermas? La respuesta está en comparar dos modelos radicalmente distintos.
Etiquetado Preimpreso: La Trampa de los Grandes Números
El modelo preimpreso es el tradicional. Consiste en encargar a un proveedor externo (una imprenta) grandes tiradas de una misma etiqueta mediante técnicas como el offset o la flexografía. Este proceso tiene una lógica de coste decreciente: cuanto más imprimes, más barato sale cada etiqueta individual. Sin embargo, esta aparente ventaja esconde una serie de ineficiencias estructurales que generan mermas de forma casi inevitable.
Los 4 pilares del desperdicio en el modelo preimpreso
- Mínimos de tirada altos y plazos largos: Para que sea rentable para la imprenta, debes pedir decenas de miles de unidades. Además, el plazo de producción y entrega puede ser de semanas. Esto obliga a una planificación de la demanda muy a largo plazo, algo casi imposible en el dinámico mercado alimenticio.
- Rigidez absoluta: Una vez impresas las 50,000 etiquetas, la información en ellas es inamovible. Si un aspecto del producto cambia (origen de un ingrediente, alérgenos, logotipo), no hay vuelta atrás. Todo el stock sobrante se convierte en merma instantáneamente.
- Costes ocultos de almacenamiento y gestión: Almacenar palés de etiquetas requiere espacio físico (con su coste de alquiler), gestión de inventario (¿dónde está el lote X?), y control de condiciones (humedad, temperatura) para que no se deterioren. Es logística pura y dura añadida.
- Falta de agilidad comercial: ¿Quieres lanzar una edición limitada para un cliente importante? ¿Responder a una tendencia del mercado con un nuevo etiquetado? Con el modelo preimpreso, el tiempo y el coste de hacerlo son prohibitivos, por lo que se pierden oportunidades de venta.
En resumen, el modelo preimpreso opera bajo la premisa de “fabricar y esperar a vender”, la antítesis de la eficiencia moderna. Su reducción de mermas en alimentación: etiquetado bajo demanda vs. preimpreso es una lucha constante contra sus propias inercias.
Etiquetado Bajo Demanda: La Revolución de la Impresión Just-in-Time
El etiquetado bajo demanda (o “on-demand”) da un giro de 180 grados a la filosofía. En lugar de imprimir grandes cantidades para almacenar, se imprime la cantidad exacta que se necesita, en el momento exacto en que se necesita, usando impresoras industriales de inyección de tinta de alta velocidad ubicadas en las propias instalaciones del envasador. Es el principio “just-in-time” aplicado al etiquetado.
Los 4 pilares del ahorro en el modelo bajo demanda
- Eliminación del stock obsoleto (Merma = 0): Al imprimir solo lo que se va a usar inmediatamente, el concepto de “stock de etiquetas” desaparece. No hay rollos esperando en un almacén. Si cambia la promoción, la fecha o el código, simplemente se modifica el archivo digital y la siguiente etiqueta que salga de la impresora ya será la correcta. La merma por obsolescencia se reduce a cero.
- Flexibilidad y agilidad total: Permite cambios inmediatos. ¿Hay que producir un lote especial para un supermercado con su logo? ¿Corregir un error detectado a mitad de turno? Con el modelo bajo demanda, se hace en minutos, sin parar la producción y sin desperdiciar nada. Esta capacidad de personalización masiva es un enorme valor añadido.
- Reducción drástica del capital inmovilizado: No se adelanta dinero por miles de etiquetas que pueden no usarse. El capital circula mejor y se puede destinar a áreas más productivas del negocio. Además, se libera espacio valioso de almacén.
- Control y trazabilidad absolutos: Al gestionar la impresión internamente, se tiene un control directo sobre la calidad, la secuencia de códigos de lote y la seguridad. Se imprime lo justo, cuando se necesita, con la información correcta.
Análisis Coste Real: Comparando números, no solo precios
Comparar solo el “precio por etiqueta” de un proveedor preimpreso con el “coste por etiqueta” de una impresión interna es un error. Hay que mirar el **Coste Total de Propiedad (CTO)**. Imaginemos un escenario real para un producto con una demanda media de 20,000 unidades al mes.
Escenario con Etiquetas Preimpresas
- Coste de compra: 0.012 €/etiqueta (precio bajo por volumen).
- Tirada por pedido: 120,000 unidades (6 meses de stock para asegurar precio).
- Inversión inicial por pedido: 1,440 €.
- Merma estimada (por obsolescencia, errores, cambios): Conservadora, del 15% del stock. Es decir, 18,000 etiquetas desperdiciadas.
- Coste de la merma: 18,000 etiquetas x 0.012 € = 216 € perdidos por pedido.
- Coste de almacenamiento y gestión (estimado): 50 €/mes x 6 meses = 300 € por pedido.
- Coste total real del pedido: 1,440 € (compra) + 216 € (merma) + 300 € (logística) = 1,956 €.
- Coste real por etiqueta USADA: 1,956 € / (120,000 – 18,000 merma) = 0.0192 € por etiqueta efectiva.
Escenario con Etiquetado Bajo Demanda (con tecnología como Epson)
- Coste de la etiqueta en bruto (sin imprimir): 0.006 €/etiqueta.
- Coste de tinta/ribbon: 0.003 €/etiqueta.
- Coste de depreciación/mantenimiento de la impresora: 0.002 €/etiqueta.
- Coste total variable por etiqueta: 0.006 + 0.003 + 0.002 = 0.011 €/etiqueta.
- Merma por obsolescencia: 0% (se imprime bajo demanda).
- Merma por errores: Prácticamente 0% (se detecta al instante, se para la impresión, se corrige el archivo y se continúa).
- Coste de almacenamiento: Casi 0 (solo se almacenan rollos de material blanco, genérico para todos los productos).
- Coste total real por etiqueta: 0.011 € (y es la efectiva, no hay que restar mermas).
Conclusión del Análisis
El “precio” de la etiqueta preimpresa era 0.012 €, pero su **coste real efectivo** era de 0.0192 €, un 60% más caro. El coste de la etiqueta bajo demanda es de 0.011 €, un **42% más barato que el coste real del preimpreso**. Para una producción de 240,000 etiquetas al año, el ahorro directo superaría los 1,960 € anuales, sin contar los beneficios intangibles de la agilidad y la falta de riesgos. Estudios de caso de Epson sobre su tecnología de inyección de tinta industrial confirman que sus clientes en alimentación logran reducir el coste total del etiquetado entre un 30% y un 50% gracias a la eliminación de mermas, la reducción del material base y la optimización de la logística interna.
Implementación: Cómo dar el paso al etiquetado bajo demanda
La transición requiere una visión a medio plazo y considerar algunos factores clave:
- Selección de la tecnología adecuada: Necesitas una impresora industrial de inyección de tinta diseñada para la producción continua (como las series ColorWorks de Epson o equivalentes). Debe ser rápida, fiable, capaz de manejar diferentes materiales aptos para alimentación (resistentes a la humedad, al frío) y ofrecer una calidad de impresión profesional.
- Integración con sistemas de negocio: Lo ideal es que el software de la impresora pueda conectarse con tu ERP o sistema de gestión de producción. Así, los datos variables (lote, fecha) se generan automáticamente, eliminando errores manuales.
- Formación del equipo: El personal de producción debe sentirse cómodo operando la impresora y realizando el mantenimiento básico. Es un cambio de proceso, no solo de máquina.
- Cálculo del Retorno de la Inversión (ROI): El ROI no se basa solo en ahorrar etiquetas. Debe incluir: reducción de mermas, liberación de espacio de almacén, ahorro en logística interna, reducción de errores y valor de la mayor agilidad comercial. En muchos casos, la inversión se amortiza en menos de 18 meses.
Conclusión: Más allá del ahorro, hacia una empresa alimentaria ágil y sostenible
La elección entre etiquetado preimpreso y bajo demanda va mucho más allá de una simple decisión de compra. Es una elección estratégica sobre el tipo de empresa que quieres ser.
El modelo preimpreso te ancla a un pasado de tiradas largas, predicciones arriesgadas y desperdicio estructural. El modelo bajo demanda, impulsado por tecnologías como las de Epson, te alinea con los principios de la industria 4.0: cero stocks, máxima flexibilidad, personalización y eficiencia radical. Reduce las mermas de forma drástica y cuantificable, pero también te dota de una capacidad de respuesta ante el mercado que es, en sí misma, una ventaja competitiva formidable.
En un sector donde la frescura, la adaptación y la rentabilidad son claves, el etiquetado bajo demanda no es una opción tecnológica más; es la base logística para un negocio alimentario moderno, ágil y preparado para el futuro.
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